Con la publicación en 1851 de «Los Cuatro Elementos de la Arquitectura», Gottfried Semper defendió que el origen de la arquitectura se encontraba en el textil, en el hilado de tela de las tiendas primitivas que resguardaban del entorno.
Esta arquitectura primordial, la de delimitar espacios con tela, derivó en épocas posteriores en los tapices que cubrían las paredes de los edificios. Los tapices, defiende Semper, así como los frescos o cualquier otro medio pictórico, se establecieron como un método para tapar los muros de forma estética. Así, cualquier recubrimiento posterior derivaría del tapiz, guardando la misma intención estética de cubrir con ornamento aquellos elementos constructivos más rudos.
De este modo, podríamos decir que igual que nuestra ropa nos hace ser distintos dentro de la convención social, también es así para los edificios, que desde mediados del sigo XIX obtendrán este concepto de “piel”.
Figura 1
Germán Valle. Plano Adaptado
Figura 2
Semper G, (1851) Los cuatro elementos de la arquitectura, Cambridge
Figura 2
Hooper, T., (2015) The Danish Girl (fotograma)
Figura 3
Hooper, T., (2015) The Danish Girl (fotograma)
Los primeros apuntes de Semper serán propicios para que la relación entre la piel y otras partes del edificio sea un tema central de la arquitectura teórica en los siglos XIX y XX. Gracias al desarrollo y uso del metal y el cristal, estas teorías motivarán un debate sobre el concepto de la estructura, que comenzará a considerarse un esqueleto, un elemento exento que se recubre con estos ornamentos ya citados, similares a la piel o al textil. Esta teoría de Semper derivará en los tiempos previos a la modernidad en dos posturas: el respeto por el ornamento y el cuidado de esas pieles, o la exaltación de la estructura cuya verdad prevalece por encima de todo ornamento.
Estos cambios en arquitectura son coetáneos al cambio que vivió Einar Wegener, artista que se reconstruyó como Lili Elbe, convirtiéndose en pionera de la transexualidad.
Es curioso como al hablar de la crisis teórica entre la estructura y la piel de los edificios podemos relacionar directamente este choque con la vida de Einar-Lili vista en la película La Chica Danesa (2015, Tom Hooper).
Y es que también se establece en ese caso una crisis entre la que cubre el cuerpo de Einar, su apariencia exterior, y cómo realmente se siente en el interior. ¿Qué me cubre? ¿Qué imagen quiero dar al mundo? ¿Qué es lo que a mí me sustenta realmente? Son posibles preguntas que denotan un problema tan grave como el estar atrapado en un cuerpo que no reconoces como tuyo.
La transformación de Einar, aquello que agrieta su disfraz de hombre, se inicia precisamente con la tela: las medias, zapatos y vestido que su mujer, Gerda, le pide que se ponga para que le haga de modelo. Vemos claramente como al tacto de esos elementos Einar se queda pensativo, estos se convierten en el medio principal para que su interior reaccione.
Así pues, se produce el mismo encontronazo que veíamos en la arquitectura, la crisis ante la piel, cuando el ornamento que cubre la verdadera estructura de Einar-Lily, pone en evidencia lo que subyace en su interior y se mantenía en secreto: su verdad estructural que le define como persona, y no lo que se ve a primera vista.
Uno de los momentos más íntimos para el personaje lo vemos en la casa de placer, en el que la arquitectura también cobra un papel importante en la definición del protagonista. En la sala hexagonal donde una chica es observada a través de cristales en las paredes, Einar, en vez de deleitarse y aprovecharse de ese cuerpo expuesto, imita sus movimientos para aprender a moverse como ella, que se da cuenta y parece entender su propósito; ambos establecen así un sutil diálogo sin palabras a través del cristal, en el que la desnudez de ella se convierte en un referente para Einar.
La Chica Danesa nos habla de un proceso de cambio, de la búsqueda de la belleza a través de la verdad interior, pero también del textil que nos cubre y nos define, reforzando esa misma dicotomía de la teoría de la arquitectura que se alargó en el tiempo y que representa un periodo teórico al que siempre es agradable volver.
Filmografía
Hooper, T., (2015). The Danish Girl. UK. Working Title Films
Bibliografía
Rueda, Ó., (2012). Bekleidung: Los trajes de la arquitectura (Tesis Doctoral). Universidad Europea, Madrid