En la parte interior de la fachada del salón, el enlucido no se ha llevado hasta el suelo, dejando así una franja de piedra original a la vista, que en algún punto se ha aprovechado para disponer de radiadores.
Por otro lado, el color reinante en el patio es el blanco, que dialoga con el gris del pavimento, mientras que una discreta rejilla para la recogida de agua se oculta bajo el porcelánico, cumpliendo su función sin desmejorar del espacio.
La pared de ladrillo principal se ha restaurado para dejarla vista, otorgando al espacio un toque característico que además en la zona de cocina se ha cubierto con cristal para protegerla de manchas durante la cocción y que pueda seguir siendo visible.